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Mostrando entradas de junio, 2018

Tetricada II

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La viola está en su sitio. Inclinada. Apoyada contra la lápida. La niña, sentada en el suelo hace dibujos con una ramita de ciprés. Otra vez esa niña en el cementerio. Otra vez sola. Siempre sola. Está cerca de sí misma, pero lejos de su alma; perdida; robada. Tiene una herida, en el corazón. Sangra. Sangra lentamente. Un pequeño río líquido de sangre roja, roja como el dolor de su soledad que la acompaña y que le ayuda a tocar la viola, arma del diablo, herramienta de evasión del color de su sonrisa... apagada.  Imagen de Manuel Viola No eres nadie. Te has acercado a mirar. ¿Quién eres? Nadie. Un alma. Otra más. No te acerques a la viola. No podrás tocarla. No se deja tocar. Es el instrumento del diablo, que juega con un palo a pintar la tierra. Esa tierra que pisas, en la que dejas tus huellas, en la que dejas caer tus lágrimas cuando sangras y tu sangre cuando lloras. Ella, esa niña que ahora observas asustado y arrodillado detrás de un arbusto, sabe que estás ahí, observán

Tetricada I

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Comienza aquí una pequeña saga de historias, relatos y descripciones tétricas sobre cualquier elemento del mundo. Cualquiera es bueno para hacer de él una "tetricada", para convertirlo en algo feo o estridente o quizá tenebroso. ¿Por qué?, podrías preguntarte. Porque... ¿nunca te has cuestionado por qué para unos es bonito o alegre una cosa y para otros es lo contrario? No es que ese cuadro en cuestión cambie, sino que nosotros somos los que cambiamos y en función de nuestra psicología, un algo es una cosa u otra o ambas o ninguna. Por ello, te traigo aquí una serie de imágenes, historias, etc., que espero que te gusten y que supondrán una serie de artículos a lo largo de algunos días.  Diviértete... o no. En tu capacidad de ilusión reside esa reacción. Tetricada (I) La noche caía encinta, como polvo de luz oscura. El paisaje ya no era sino negro carbón que a sus sombras asustaba. A veces volaba bajo un cantar nocturno una orda de pequeñas saetas voladores. Los c

La mujer en el papel del personaje literario peculiar

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¿Te has dado cuenta? En muchas obras, sean poéticas, en prosa, teatrales o según convenga, a veces, encontramos personajes peculiares -que no raros-, extravagantes por cualquier razón -o desazón que provoquen- y cómo no, extraños a más no poder -que pueden-. Bien sea este personaje el protagonista o un simple y sencillo garabato con buena intención en su comienzo, pero mal acabado y, cuyas formas se entrelazan y flotan suspendidas en el aire en arquitectura del vacío. Y es verdad que los hay, Max Estrella en su (ex)céntrico y puntiagudo esperpento, el intrigante asesino o su acompañante de trama, aquel punki ,  en  Burgati de Jesús Toledano (escritor burgalés)  o cualquier otro. Están mal definidos, nadie sabe para qué están o cuál es su cometido. Sin embargo la novela en cuestión no puede acabar sin que se tenga en cuenta el papel y la información -raras veces detallada y concisa- que puedan aportar. Normalmente en clave. Normalmente ambigua. Casi nunca arbitraria. Casi siempre neces

Ruptura

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Si no te fijas no lo ves. Pero si te fijas, tampoco lo ves. ¿Y sabes por qué? Porque lo que uno no quiere ver no lo ve hasta que no le queda más remedio. La lucha por permanecer ciegos, a veces supone un cambio de vida, un intento de ser diferentes, de vivir en nuestro sin vivir, de ser invisibles ante los ojos de los demás, de ver en nuestra propia ceguera, de convertir en ciegos a aquellos que nos miran para impedir que nos vean.  Andas por la vida por andar, porque dicen que caminar es bueno... y sano. Si no... permaneceríamos sentados en el mismo escalón a la sombra del mismo toldo observando las mismas nubes. Bueno, no. Las mismas no porque ellas siempre están en movimiento. Siempre andan o vuelan por la vida. Su movimiento cambia nuestra vista porque según avanzan modifican las sombras de los objetos que vemos e incluso de nosotros mismos. ¿No te habías dado cuenta? Si tú no te mueves, en el fondo cambia igualmente tu visión de las cosas porque el sol les da nueva vida cada