Hacia el alma

«Sé lo que quiero pintar», estaba pensando. Pintura con escritura, con letras y espacios, en negrita o en cursiva , en un tipo de letra o en otro , más grande o más pequeño . Pensaba todo esto como un simple preámbulo de lo que quiero contar. Lo pensé, pero, ¿cómo expresarlo? La belleza de mirar hacia un lado y ver el símbolo de tu ciudad. Una vida eterna, un péndulo de cristal que absorbe la infinitud del mundo, de todos aquellos garabatos que, durante toda la historia, vienen y van a ver nuestra Catedral. La Catedral de Burgos, enjambre pintado en hechos de historia y artística escultura. Está formada por hilos, millones de hilos: todos son casi transparentes, no se ven ni en la luz ni en la oscuridad y, sin embargo, están ahí, formando su textura y su alma. «Sé lo que quiero dibujar», sí, en eso pensaba cuando solo las teclas del ordenador me pedían que escribiese algo. Algo sobre el alma, ¿sobre el alma de quién? Y pensé en Burgos, la capital de cuantos corazones vivimos...