Tempus memoriae
Seguía leyendo. La historia estaba bien, aunque hacía ya tiempo que me había dejado de interesar su lectura. Quizá fuera porque la trama era de otro tiempo, mucho más moderno, o quizá porque no me gustan las novelas realistas, quién sabe. Levanté la vista del libro y lo cerré, aun sabiendo que el marcapáginas estaba encima de la mesa y no recordaba el número de página. No me importó. La luz que entraba por la ventana era de un color turbio y agrio. El cielo estaba encapotado y se esperaba lluvia. Mientras miraba hacia la enorme ventana que surcaba el ángulo sur del salón, seguía taconeando suavemente en el suelo. Si no lo hacía, caería el silencio, con lo que ello implicaba. Esa casa era sobrecogedora día y noche. Normalmente, a la gente le suelen dar miedo los ruidos extraños que se hacen plausibles en una vieja casa romántica del siglo XVIII. De madera demasiado vieja, de paredes resquebrajadas por las lágrimas y el tiempo que ha ido pasando inexpugnable, a pesa...