Viento
El viento zarandea sus cabellos ondulados, ajenos al resto de su cuerpo. Son azulados en el reflejo de los mares, de marfil al cristalizarse en los cielos y finamente rubios al girarse entre el juego y las risas. Una melena larga comprendida por fuertes hilos de vida y de alegría, de poderosa juventud y de perfecta armonía. El viento acaricia sus labios, de tonalidades varias según el iris de los ojos que observen y de las luces mágicas. Rosados en su joven apariencia a mediodía, rosáceos claros al amanecer, junto a la claridad de los sueños que aún perduran; de un granate casi violeta al anochecer, al acostarse el sol sobre los infinitos muros entre el cielo y la tierra, momento en el que la luna, bella dama de plateados filos esquivos atrae miradas, desconciertos, consuelos y martirios. Pero a esos labios los ama y los seduce durante horas y horas en la infinidad desnuda de la oscuridad de plata. El viento adora a esos ojos que solo miran al final de los tiempos, iris astu...