Cuando uno lee... siente, ve y teme

A veces solo se ven renglones rectos, cuadriculados, perpendiculares a los vectores unidireccionales, que mucho antes convirtieron cada página en un retrato en blanco, dispuesto para ser dibujado. Hoy ya no veo eso. Lo miro, sí; pero mientras leo y leo, solo veo figuras acrósticas entre los puntos y trazos entrelazados de música, hilados por el ritmo de la canción, del discurso, de la narración. Esos momentos... unidos... en los que el tiempo pasa, se desplaza y acaba por desdibujarse en el reloj de pared, de pulsera o de las campanas que a lo lejos se oyen. Tic-tac, oyes. Segundos que se vuelven inmensos ante tu despreocupación. Solo importa leer. Nada es tan importante. Ni siquiera la vida. Ni siquiera la vida habitual es una gran experiencia, pudiendo vivir la evasión propia del arte. Ni la familia ni los amigos influyen en tu mente. Leer y solo leer. Leer y sentir cierta sensación de embriaguez que te nutre, que te permite vislumbrar hasta una gota de coñac en el tintero del escri...