La rutina

A veces nos despertamos en medio de un remolino. Solo dura un segundo. Son días contados. Días a los que la rutina ignora por momentos de despecho y disparidad moral. La rutina también es a veces despistada o simplemente quiere serlo, permitiendo una tregua al indemne paso semejante del tiempo. Bastante que todos los días son iguales. O fríos o calientes, o azules o espectreados en una variada capa de grises mate. Ya sea el sol o las nubes, o las nubes y el sol, que te miran impenetrable mientras te vas a la ducha allá por las ocho de la mañana. Tú vas grogui atontado, medio dormido. Con tu pijama carcomido por la idea de que no está mal para dormir, aunque en el fondo deseas comprarte uno nuevo. El cielo se ríe de ti cada vez que te ve de esa guisa tan poco atractiva. Te duchas. Te aseas. Crees estar más guapo y más elegante con una ropa de casa; o de salir. Igual da. Si la rutina te deja en paz, ponte la ropa de casa que luego ese truño de mermelada ya sabes dónde cae. Si te pones la ropa de casa que se puede lavar y cambiar con facilidad, la rutina te respeta y permite que la mermelada conduzca sobria por una parábola hasta el suelo. Lo tienes que limpiar igual, es verdad. Pero al menos no te acuerdas de tus desconocidos ascendientes que no te importan en absoluto, pero que ahí están para cuando, a malas, de ellos te acuerdas. Y, cabreado miras al cielo, mientras él se ríe de ti y de tu mala fortuna dando paso a esos familiares que acuden a tu llamada entre sonoras carcajadas. Y se pone a llover. Y te das cuenta de que la ropa que te ibas a poner no se adapta a las buenas nuevas. Al menos ya no tienes que acordarte de malas de tus familiares, piensas, ya que ya están allí riéndose de ti. Piensas en la mítica frase bucólica de ir bailando bajo la lluvia. Pero ya estás de mal humor. Se acabó el día. Si te agobia la rutina, la vida se convierte en monótona y aburrida. Si te esquiva, te sale la mitad y media mal y acabas cabreado igual. Y encima, imaginas que el cielo y tus parientes se ríen de ti. Conclusión -piensas-, vamos a tratar mejor a la rutina, que al menos, no me mancha la ropa. 

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