Cotidiano
Es de día. Levántate que ya va siendo hora. Desayuna. Haz tostadas. Ponles aceite, pero aceite de oliva. De ese virgen, virgen extra. Es bueno. Te lo garantizo. ¿Te gusta la mermelada? Sí. Claro, claro que te gusta. Me lo dijiste el otro día. Aquel día de aquel año en el que nos conocimos. Aquí. En tu casa. Frente a las tostadas. Mientras se calentaba el aceite con la luz del sol. Por si no lo sabes, así se estropea. Enhorabuena, acabas de empezar el día y ya sabes algo nuevo. Ya has vivido algo, no mucho, bastante, en realidad. ¿Qué tal te encuentras? No te he preguntado... me pongo a hablar... y se me olvida. Disculpa. Sírvete la leche y el café. Y caliéntalo. No me mires así. Ya tendrás tiempo de que se enfríe. Vístete y sal. Pero sal de salir, que luego te confundes y miras el azúcar. Venga. ¿Que te quieres duchar? Pues dúchate. Venga. Quítate el pijama, coge ropa limpia, déjate cerca de la cortina una toalla. Que veo que se te olvida. Ahora métete en la ducha y échate agua...