A rayas

A veces escribir es complicado. Supone enfrentarte a un folio en blanco que, en muchas ocasiones no te dice nada. A veces, te sientas frente a él con una o varias ideas en mente, deseando salir y ser materializadas en palabras, frente a ti, frente al mundo. Y otras muchas veces, –las más–, no tienes ningún tema sobre el que escribir, cosa que yo prefiero. Así, dejas escapar la realidad ante la magia de empezar a escribir algo que desconoces o que no te imaginabas como tema para ese instante. 

Eso me pasa a mí hoy. Ni idea de qué escribir. Y ya llevo un párrafo y un curioso título. No ha salido de la nada, por supuesto. He decidido dejar abierta la persiana, por lo que la poca luz y  los escasos rayos de sol que se cuelan, pintan unas suculentas y reflectantes rayas en el folio. A mí me vale como descripción del momento. De hecho, en un segundo muy extraño, ha entrado tanta luz que solo veía las rayas que caían en tinieblas. Ha sido bonito dejar la mente abierta a las manos para que éstas encontraran en las letras qué decir y cómo. Pero, lo que más me ha gustado, sin duda, ha sido encontrarme con un bonito texto cuando la parcial oscuridad ha vuelto a la habitación y el sol se ha despedido lentamente sobre las rendijas de luz. A rayas estaba y a sombra me encuentro. 


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