Proceso hacia la «nueva normalidad»


Normalidad

Las calles son enjambres de luz, color y risas. Las tiendas, llenas a borbotones, son microsistemas de tallas, engaño, falsas preocupaciones y colores. Las nubes van y vienen, pero pocos son capaces de observar su baile simétrico en el cielo. La frivolidad lleva largo tiempo conquistando el mundo con una ideología ególatra y confusa. El planeta se viene abajo en la realidad, pero no en la ficción que recrean sus habitantes, ajenos a la naturaleza y a la tierra, dejándose agasajar por deseos irrealizables en un universo decadente. 


Desfase: Confinamiento

Un suspiro. Otro. Otro más. El silencio. La brisa. El aire. El viento. La ciudad descansa. Está tranquila. Respira al fin. Los animales, miedosos, aún esperan en el confinamiento de sus madrigueras. Esperan con ilusión. Con una ilusión siempre soñada, pero inalcanzable. Hasta ahora. Nosotros seguimos en casa disfrutando de los recuerdos, de nostalgia y de añoranzas. Incredulidad hasta el ocaso. Cómos. Porqués. Resignación. Ira. Miedo. Pero, pasado un tiempo, los animales salen de su confinamiento y pasean felices por las ciudades. Las plantas ya no tienen miedo de ser pisadas o arrancadas: nacen y crecen fuertes, sonriendo. La naturaleza vuelve a ser lo que era: la madre del mundo, mientras el ser que la destruye se ve obligado a cobijarse en su propia madriguera. 
El mar se purifica. Los ríos se fortalecen y flotan libres y tranquilos. El nuevo animal, miedoso y desconfiado, se resguarda en sí mismo mientras el planeta exuda de libertad primigenia.Venecia respira. 


Normalidad 2.0.

El miedo y el deseo de libertad se alternan entre la desobediencia y la ilusión. Siguen muriendo, pero las calles pueden –con mucha precaución– volver a poblarse del ser que las construyó. El amor interpersonal ha de esperar. Mientras, abrazos virtuales. Ya no existe la normalidad. Probablemente no vuelva en mucho tiempo. Quizá olvidemos lo ocurrido. La nueva telenormalidad hará que el contacto social sea cada vez más extraño, aunque quizá lo acabemos dominando de nuevo. La «nueva normalidad» se basa en los aforos limitados, la distancia y las barreras (mampara, guantes, mascarillas). El ser social se vuelve asocial por su propia culpa, por el ansia de poseer y de medrar.
Quizá pueda llegar a convivir nuestra libertad con la de la naturaleza y todo siga su correcto curso: el de la vida... Quizá.




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