Qué paradójico. Pasear por el viento... Por una corriente de aire que te empuja, que no te deja moverte a tu aire (nunca mejor dicho). El viento te maltrata, te aleja del camino directo, te zarandea en diversas direcciones, de un lado a otro, de un punto al contrario... Te tira, te recoge, te pega , te cura, te grita, te habla, te domina... Hasta que ya no sientes ni tu propia mirada. No se debe luchar contra el viento pudiendo dejarse llevar por él... por su marea de recuerdos, de imágenes, almas, olvidos, personas, amores y odios, luces y sombras, lunas, soles, estrellas... Cuando te dejas llevar por el viento, sus alas te protegen del frío, de la lluvia, del dolor. Te lleva el viento hasta el infinito. Luchar contra él es luchar contra uno mismo. Es enfrentarse a la misma imagen que se nos dibuja en el espejo y que nos observa, intacta, seria, pero con una melancólica sonrisa. Tampoco es bueno coger el camino de la brisa. Es demasiado lenta,...
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