Entradas

Mostrando entradas de enero, 2021

Alegoría del sueño

Imagen
      Unos y otros andan en círculo sobre el vórtice de la esfera del tiempo. Árboles extraños y alternos que se desfiguran entre la mañana y la noche como diálogos de masas empedernidas. Esclarecedoras lágrimas de felicidad onírica entre las luces espectrales de la medianoche acristalada. Sombras y más sombras: monigotes etéreos de rosas amapoladas por brazos y piernas y amarillentos pétalos como sonrosadas mejillas en nubarrones de terciopelos cristalinos y pasionales cabellos dorados. Las almas envuelven de misterios las ilusiones de la mente humana.       Una descripción metafórica, como otra cualquiera, de la nube que nos envuelve cuando soñamos. Sueños extraños que pueden o no tener que ver con la verdad, con la realidad de los hechos, de las cosas, de la objetividad y de la subjetividad de nuestra fisiología mental y psicológica. Psicoanalizando el ambiente del hecho y de la praesentia o ausentia del mismo, que se da o no en función de una serie de términos aún desconocidos y

La pereza como ius consuetudinario

Imagen
  Antes solíamos hacer. Y hacer mucho. Y siempre. Y muchas veces. Y para todo. Y todo el rato. Por placer y por obligación. Porque era necesario y porque no, pero sí por si acaso y por ayudar y para uno mismo y para sorprender y para conseguir un halago o una galleta o cualquier cosa buena. O mala. Pero hacíamos. Ahora ya no tanto o no si no hace falta, o no si no es imprescindible o si no nos lo piden o si "pa'qué". La pereza antes apenas existía porque trabajar era el delirio del ser mejor para uno mismo. Hacer cosas (en cualquier ámbito) suponía estar ocupado y sentirse bien uno consigo mismo y con los demás: era una sociedad trabajadora. Tradición que se truncó no mucho más tarde: cuando surgieron las nuevas generaciones del estar tumbado en la cama con los ojos fijos en una pantalla que se mueve. Somos todo, somos los mejores y somos capaces del mover el mundo sin salir de nuestro ordenador, aquel sobre el que tenemos poder –pensamos–, pero que, en realidad, nos cont