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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Viento

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El viento zarandea sus cabellos ondulados, ajenos al resto de su cuerpo. Son azulados en el reflejo de los mares, de marfil al cristalizarse en los cielos y finamente rubios al girarse entre el juego y las risas. Una melena larga comprendida por fuertes hilos de vida y de alegría, de poderosa juventud y de perfecta armonía.  El viento acaricia sus labios, de tonalidades varias según el iris de los ojos que observen y de las luces mágicas. Rosados en su joven apariencia a mediodía, rosáceos claros al amanecer, junto a la claridad de los sueños que aún perduran; de un granate casi violeta al anochecer, al acostarse el sol sobre los infinitos muros entre el cielo y la tierra, momento en el que la luna, bella dama de plateados filos esquivos atrae miradas, desconciertos, consuelos y martirios. Pero a esos labios los ama y los seduce durante horas y horas en la infinidad desnuda de la oscuridad de plata.  El viento adora a esos ojos que solo miran al final de los tiempos, iris astutos que s

Hielo sobre escarcha

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Las mañanas frías. Las tardes blancas. Las noches oscuras,  sobre la sombra del día amanecen de escarcha, de hielo y locura. Las mañanas claras, alegran con versos, las flores heladas del bello cerezo. Las tardes blanquean  con sus extraños veleros los mares inciertos de espumosos deseos. Las noches se ciernen, felices perecen sobre la luz que amenaza en el horizonte del alba. Las mañanas ya llegan con ejércitos de colores y ardorosos pasean estrellas, nubes y soles.  Las tardes alejan con sus nubarrones la calma, y con la lluvia alivian las preocupaciones del alma. Las noches ya vuelven como sombras violáceas y sobre la vida envuelven la muerte rosácea.

Una Mattina

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Mirar hacia el mar, hacia un infinito sin nombre y sin fondo. Descansar los ojos en un horizonte pintado con la regla del sol y las ramas de un oleaje que se cierne invisible sobre la tranquilidad del alma.  Una brisa cristalina que nubla y cae repleta de agua en polvo sobre mis párpados, ahora cerrados, en calma con el mar, en calma con la arena que me sirve de lecho en un paisaje de fotografía. Lunas y soles dibujan en el cielo pinturas esféricas de sueños bañados en la espuma de mis ojos.  A un lado y a otro, grandes hojas de múltiples verdes cromáticos pueblan de colores exóticos los pálpitos de un corazón extraño, lleno de color, viento y pausa.  Estoy suspendida en la nada de un sueño, en la realidad concisa del planeta que me vio nacer. Soy una imagen, un cuadro, un instante en una vida que pasará, que es, pero que no será cuando deje de ser.  Sigo sintiendo y viendo con mis ojos cerrados y oscuros esa línea que corta el mar para hacerlo cielo y que limita el cielo para converti

Hadas

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    Las alas de una y otra se superponen en trenzas transparentes de purpurinas coloridas y resplandores cristalinos. Alas grandes de distintas formas que aletean alegres y rápidas sobre los paisajes naturales y los espejos de agua. Pintan con ellas la alegría del ser de los cielos y de los bríos del aire, que permanecen atentos y sorprendidos por tan libres movimientos de esos pequeños cuerpos que flotan como luceros del alba.      Sus cabellos estremecen los corazones de cuantos las ven. Parecen de princesas de otros tiempos, con diamantes y pequeñas piedras preciosas por su valor y su belleza. Cabellos de colorines que caen inciertos sobre sus hombros o que vuelan de un lado a otro como cuando ellas saltan de flor en flor y de rocío en rocío.      Cuerpos diminutos tejidos de dulces y flagrantes vestidos cromáticos. Esencias de olores y de pétalos. Reflejo del tiempo de las flores silvestres y de los animales que se topan con ellas, a las que saludan como si de princesas se tratara,