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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Serás mi pena, pero lloraré contigo

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- Hace sol. El rastro de la lluvia ha desaparecido. Ni siquiera se perciben las sombras de los viajantes desesperados. Ya no hay nada. Solo sol. Ilumina la Tierra y la hace crecer, secarse, como tantos enfermos y demasiados rincones del Todo.  ¿Todo? ¿A qué llamas todo? Eres demasiado insignificante. Me hace gracia que te dediques a vislumbrar el mundo por tus ojos, cuando no eres capaz de mirarte a ti y ver que eres el destrozo de lo que no has podido ser.  - Por eso prefiero mirar al sol. Te quedarás ciego. - Y qué. Vea o no con  los ojos, puedo ver. No debería hablar contigo. No, no deberías. Y sin embargo, ya ves, aquí estás perdiendo el tiempo. ¿Te acuerdas de cuando me queríais? - Te quería porque servías para algo. ¿Ya no te gusto? - No eres nadie.  Me haces realmente mucha gracia. Estás perdido y casi me echas a mí la culpa. Estás loco. - ¿Y qué si lo estoy? A mí me da igual cómo estés. De hecho, mejor si no estás. - ¿Qué vas  hacer tú sin mí?  Morirm

10 de noviembre

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El tiempo lo dice todo. El tiempo demuestra que lo que se ha dicho que se hace, no se hace y lo que se ha hecho al decir, no se ha dicho. El tiempo ha dicho que dicen que se ha intentado hacer, aun sin resultado. El tiempo ha dejado caer la verdad sobre un manto de dudas. No se ha llegado a nada porque nadie ha intentado realmente nada. Noviembre. Domingo. Día  redondo, de sobresaliente, de Matrícula de Honor, ¿de fracaso? Cuatro veces en cuatro años. ¿Realidad o ficción? ¿Deseo o traición? ¿Verdad o mentira? Desolación. Desamparo. Desidia. Decepción. Desconfianza. Democracia. ¿Democracia? Meses de dudas, de preguntas, de apuestas y de propuestas. Vernos reflejados en el cristal de la Ley. Un cristal tallado en crudo, grueso, transparente para nosotros que nos refleja  como espejo. Transparente para ellos que nos ven apartados, alejados de ellos. Se ven protegidos por el tiempo, por el poder que se dibujan para sí mismos.  Pero se acabó el tiempo. El cristal se fragmenta, se

En calma

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Un leve vaivén se desprendía en el cielo. Las hojas, breves, con sus trazados contornos, ajustados, coloreados por la mina de un lápiz que dibuja sus sombras. Ahí están. Se mueven. Todas al mismo tiempo, hacia distintas direcciones. Cada una tiene un peso, el peso de sí mismas y de su destino.  Se mueven en calma, siguiendo la brisa del aire. Se mueven y crean una melodía lírica, que hace juego con el silencio, el silencio de la naturaleza. Cierro los ojos. Oigo girar el mundo, pero me concentro en ello y escucho. Escucho el ritmo sostenido de las hojas, brillantes, al moverse bajo la luz del sol. Van y vienen sin pausa. A veces giran sobre sí mismas y reflejan el sol en sus venas. Son sabias y su savia se derrite al son del péndulo que blanquea su cabello hasta el día de partir. Ese día será otro más. Lentamente se soltarán del tallo y con un sonido inaudible descenderán como diosas en el último día por el abismo. Y caerán tranquilas, despacio, bailando por el viento, alegres d

Paisaje

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Cae la niebla.  La transparencia se disipa.  El mundo resuena traslúcido.  El aire se cristaliza.  El viento se para formando filamentos de hielo.  El paisaje se purifica.  El ambiente se hace níveo.  Las telas de araña se materializan en el cielo y en la tierra, dibujando con sus finos trazos la serpenteante línea de luz blanca.  El cielo se nubla hasta volverse invisible. Solo la niebla envuelve la vida y la muerte.  Solo ella devuelve a la vida los recuerdos, solo ella convierte en olvido blanquecino los trozos de dolor que se desmenuzan y caen a la infinitud abismal.  Blanco, todo es blanco.  Mi mirada es blanca. Habla el mundo nublado. Hacia la esperanza de luz opaca. La nieve lo cubre todo. No hay sentimientos. Solo hay escalofríos. La temperatura baja. El frío se hiela en intermitentes aleteos de frías huidas. Llueve. No se ve. La niebla no deja ver las nubes. Pero las nubes están. Y sigue lloviendo. El agua es cada vez más