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Idílico

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El paisaje se puede tornar gris a mitad del día, pero las esperanzas fluyen, insensatas e ilusas como solo son ellas, como caracteriza a la elegante y eterna esperanza. Siempre lo mismo, año tras año, las ilusiones se encuentran felices y se entrelazan unas con otras; las amapolas se dan la vuelta para observar el leve murmullo sonoro de las risas y los abrazos. Seres que se mueven y que sueñan despiertos un sueño incandescente, anual y alegre. Pero no son ellos los protagonistas ni sus sueños ni sus esperanzas ni sus ilusiones ni las amapolas que los miran sobrecogidas, ante la inmensa felicidad que expresan ni son las nubes, cada vez más grises y cómodas sobre un sofá de vapor de agua. Los grandes protagonistas de la jornada son los enormes enebros que acogen bajo sus sombras y protegen de aquellos seres naturales que viven su actividad en la libertad del viento, a los pueblos de la zona: a todos los habitantes de un pueblo y de las ramas familiares que lo protegen y le dan vida; a a

Anochece... y Primavera

Anochece Anochece; las estrellas lucen; ella las observa desde su ventana, juega con la luz de la luna, con su reflejo en el espejo de su mesilla. La noche la consuela de su amor olvidado. Ella piensa en lo que pudo suceder, en lo que pudo soñar. Ni una sola nube: cielo negro, despejado y mudo. Ella va al tejado; recuerda otro cielo estrellado iluminado por su sonrisa, cuando aún era feliz; lo recuerda por última vez, antes de olvidarlo para siempre. Primavera ausente   Aquí me encuentro tumbada en la cama. Ásperas y terrosas paredes alrededor me observan mudas. ¿Dónde estoy, que hace frío?, ¿por qué estoy en una habitación estrecha y de madera? A mi lado hay una flor grisácea por el tiempo, que me permite tocarla y mirarla y llenar mis ojos de ternura, creerme primavera. Sin embargo me ha dicho que me acerque a olerla, lo he hecho y huele a muerte.

La equidistancia del rojo y el negro

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Cualquiera diría que el mundo está repleto de límites y que todos son ciertos, pero también inciertos y propios, pero también ajenos. Ambas afirmaciones son veraces, pero también están repletas de falacias, puesto que ninguno conoce límites ni hace referencia a ellos.  Sin embargo, para que existan los límites, debe haber irremediablemente puntos que los separen y a la vez unan en el tiempo y en el espacio. Es lo que ocurre entre todos los objetos presentes e irracionales; incluso entre los tiempos y en cada punto inserto en ellos. Igualmente, existen distancias huecas y oblicuas entre cada punto, segmento y vértice de los bordes de los pétalos, entre las pestañas, entre las patas de las arañas, o entre las finas hebras de sus telas. Es un fenómeno existente entre todas las cosas y no cosas del mundo y de los demás.  Y también notamos cierta equidistancia plana, vertical y en caída libre entre los colores, los números, los relieves, los volúmenes y los sentimientos. Pero la mayor equid

Primavera y Tiempo

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Ya hemos pasado el bello puente entre los últimos días de marzo y el primero de abril. Llegamos a la primavera con ilusiones renovadas, abrazos, besos, corazones ardiendo al viento, al viento helado de los primeros días que abril ha dejado en nuestra ciudad de Burgos, donde despertarse y mirar por la ventana supone una ondulación de las cejas, una apertura excelsa de las pestañas y el engrandecer de los iris, estupefactos por la fina capa de nieve que nos deja un cielo ya preparado para reflejar el ardor del sol en las flores eternas que dibujan y colorean los atardeceres cálidos, y modifican el movimiento y la actividad de los innumerables insectos que se disponen a emprender la tarea de la polinización, una vez más, un año más.  La primavera entra por las rejillas de las persianas con rayos de luz, fuertes haces rectos de impresiones absolutas, que proporcionan sonrisas, saltos, risas; y que nos  acercan al verano y a sus calores y a las aguas de los mares y a las sombrillas y a las

Micrebris

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Mors. Somnia. Exitium. La dulce desolación de la vida. La ira hecha trizas por una lágrima violenta.  La luna, extraña luz en una mina de sangre y fuego.  El cielo partido con colores agrios y sombras tenebrosas. Exitium.  Somnia.  Mors. 

Microlores

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Azucenas e iris.                                                                 Margaritas y lazos.  Rosas y moradas. Girasoles y peonzas.  Violetas y estrellas. Tulipanes y  brumas. Orquídeas y brisas.  Acigüembres y lunas. Lirios y perlas.  Dalias de (c)olores.

Microcalma

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En calma.  En armonía. Blanco. Verde. Azul  claro. Terciopelo. Grisáceo. Rosa palo. Miradas solitarias. Visiones del horizonte. Párpados cerrados. Pestañas al  viento. Iris  dormidos. Claro azul. Verde. Blanco. En armonía. En calma. 

Microlux

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La luz se hizo una y desenterró el mar cuando abrió las grietas solares destruyendo la capa superficial de oscuridad, de sol, de lóbregas lunas, como luceros, en los recovecos de una cascada oceánica. 

Micropunctal

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 .      .      .      .      .      .      .      .      .      .       Se suceden inexactos,  rectos, octogonales, paralelos, reales, incompletos, exactos, .      .      .      .      .      .      .       Ajenos a sí mismos.  Son.  Y serán.  Los vértices del mundo.  Del  poliedro. Que recubren.  Que limitan.  Que protegen.  Que invaden.  .      .      .      .      .      .      .      .      .      .      .        .      .      .       Son porque siempre fueron; porque tienen una belleza innata; un extracto de luz etérea; de cielo hiperdimensional; de tierra efímera y espectral; .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .      .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .      .     .     .      .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .      .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .     .      .     .     .     

Microscuridad

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La luna está cerrada como cuando me despertaba en noches de nubes y sombras. La luna sigue cerrada por la luz del sol por el día y durante los eternos amaneceres. A  veces se vislumbran sus límites tras el velo superficial y profundo del atardecer, cromas cálidos y fuertes entrelazados de fríos hastíos y esqueléticos luceros nocturnos.  La luna está cerrada bajo las cortinas fantasmales de plata, bajo mis párpados calientes y mi corazón de hielo palpitante.