La equidistancia del rojo y el negro

Cualquiera diría que el mundo está repleto de límites y que todos son ciertos, pero también inciertos y propios, pero también ajenos. Ambas afirmaciones son veraces, pero también están repletas de falacias, puesto que ninguno conoce límites ni hace referencia a ellos. 

Sin embargo, para que existan los límites, debe haber irremediablemente puntos que los separen y a la vez unan en el tiempo y en el espacio. Es lo que ocurre entre todos los objetos presentes e irracionales; incluso entre los tiempos y en cada punto inserto en ellos. Igualmente, existen distancias huecas y oblicuas entre cada punto, segmento y vértice de los bordes de los pétalos, entre las pestañas, entre las patas de las arañas, o entre las finas hebras de sus telas. Es un fenómeno existente entre todas las cosas y no cosas del mundo y de los demás. 

Y también notamos cierta equidistancia plana, vertical y en caída libre entre los colores, los números, los relieves, los volúmenes y los sentimientos. Pero la mayor equidistancia está reconocida entre el rojo y el negro. Ambos colores se interrelacionan de manera diagonal y desde un punto de vista perpendicular. Sus líneas y recuadros absorben las miradas y las convierten en infinitos puntos de gloria y verso. 



Comentarios

Entradas destacadas

Violet

La librería, un lugar de ensueño

Reflexiones: verdad e intraverdad

Mientras sigue lloviendo

Paseando por el viento...