La librería, un lugar de ensueño

No quiero hablar solo de un espacio donde se venden libros, sino de un lugar con una atmósfera discreta y un olor a libro. ¿A quién no le gusta comprarse un libro y pasar rápido las hojas para oler esa melodía de flores? 

Afortunadamente, aún podemos disfrutar de las librerías como siempre las hemos conocido. Pero estamos ante un problema, una bajada en la montaña rusa muy profunda, muy vertical y casi sin fondo. ¿Tanto nos cuesta ir a la librería de abajo de casa a comprar los libros de texto o los libros de lectura? Tanto que… recurrimos a grandes superficies como Amazon. Tanto que… tentamos a la balanza. Tanto que… podemos perder. 


Librería Luz y Vida, Burgos


He descubierto que el problema es mucho más grande de lo que parece no solo por lo que vemos los humildes clientes en nuestras ciudades, gracias a la lectura y relectura de las dos partes que ya hay publicadas del reportaje de José Ovejero en Zenda, que permiten observar algo más, un problema de logística, de capacidad financiera y de intereses estatales. Resulta que las librerías ya no pueden permitirse el lujo de dedicarse en exclusiva a la venta de libros en la tienda, sino que han de organizar presentaciones de libros, actividades lúdicas, traer a los autores, etc., para conseguir algún beneficio extra que les ayude a sobrevivir. Y claro, cómo no, la novedosa invención de las librerías con cafetería, una idea buena hasta cierto punto porque se convierten en sitios de reunión, cuyo propósito inicial se pierde y, en muchos casos —demasiados—, los consumidores no acuden con intención de comprar o de ojear los libros.

Por todo ello, creo que podemos —y debemos— ayudar a las librerías en lo que podamos. Todos necesitamos libros en nuestras vidas, ya sean para nosotros mismos, para regalar o para que los niños aprendan a leer y a soñar. ¿No podemos hacer el esfuerzo de acudir a la librería para poder mirar a los ojos al librero, ver su sonrisa, escuchar sus palabras y tener ese contacto humano tan especial?
Una de las partes más bonitas del proceso de la lectura de un libro es la de ver cuáles están a su lado en la estantería —a su sombra y compañía—, acariciarlo, verlo, preguntar al librero por él, ver otros seres de su especie, disfrutarlos todos, disfrutar de la librería como lugar de ensueño, de vida, de ilusiones… de literatura. 

Comentarios

  1. ¡Hola! Yo adoro las librerías y las bibliotecas, me encanta sentir eso mismo que tu has descrito también en este spot. Tengo la esperanza de que sobrevivan en el tiempo.
    Saludos:-)

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  2. Yo también espero que las librerías no desaparezcan. Como dice Neila, un pequeño esfuerzo de voluntad puede salvar, junto a otros muchos, una librería. Casi nunca es necesario tener el libro al día siguiente - llevamos toda la vida sin él - e ir a la librería es una buena excusa para pasear, ojear otros libros y charlar un rato con nuestro librero. Placeres clásicos que no debemos permitir que devoren los intereses de las grandes plataformas de distribución.

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