Una Mattina

Mirar hacia el mar, hacia un infinito sin nombre y sin fondo. Descansar los ojos en un horizonte pintado con la regla del sol y las ramas de un oleaje que se cierne invisible sobre la tranquilidad del alma. 

Una brisa cristalina que nubla y cae repleta de agua en polvo sobre mis párpados, ahora cerrados, en calma con el mar, en calma con la arena que me sirve de lecho en un paisaje de fotografía. Lunas y soles dibujan en el cielo pinturas esféricas de sueños bañados en la espuma de mis ojos. 

A un lado y a otro, grandes hojas de múltiples verdes cromáticos pueblan de colores exóticos los pálpitos de un corazón extraño, lleno de color, viento y pausa. 

Estoy suspendida en la nada de un sueño, en la realidad concisa del planeta que me vio nacer. Soy una imagen, un cuadro, un instante en una vida que pasará, que es, pero que no será cuando deje de ser. 

Sigo sintiendo y viendo con mis ojos cerrados y oscuros esa línea que corta el mar para hacerlo cielo y que limita el cielo para convertirlo en espuma. 

Abro los ojos y se inundan de luz, de vida y de la inmensidad del océano que me lleva de nuevo hacia su fondo de corales. 


Inspiración: Una Mattina - Ludovico Einaudi 





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