Actriz de la noche

El viento sufría de la tenue luz del atardecer. Comenzaba a sentir un repentino escalofrío. Llegaba la noche. Las espigas que por el día parecían solo un arco curvo y flexible de futura vida resplandeciente, ahora llameaban furiosas moviéndose estrepitosamente, casi siendo arrancadas del suelo para lanzarse como saetas hacia el débil, pero cada vez más brillante sol que poco a poco se escondía entre el horizonte. 

El paisaje se nublaba, se oscurecían sus colores antes claros, eléctricos y pasteles; colores que ahora lentamente están desapareciendo para juntar sus destinos en un nocturno y profundo negro que en flor se estaba transformando para vivir luminoso en la noche y morir en piedra convertido al ver los ojos del amanecer.

El viento se detuvo. Todos los seres vivos que en la escena se reunían, quietos se quedaron, miraron al cielo y esperaron. La esférica dama, plateada cuando se refleja en el espejo de la superficie del lago, donde viven peces multicolores, de exquisitos tamaños y de piel de cristal. Doncella de la noche, del momento más refulgente de la vida, acompañada por sus damas que aún más la hacen brillar gracias a sus incandescentes fulgores. La noche brillaba nocturna, lúgubre escenario que acoge a su actriz, a la protagonista que entra en el mejor momento, que brilla, que es un lucero en la ingenua mirada del público. 

Sale del firmamento, vestida con regias prendas, ¡astro de la vida que en tantas historias se te ha descrito como vigilante de algún lúgubre suceso en la nocturnidad del telón que te cubre, precede y sucede en el principio y en el fin de la obra. 
Eres única, elegante, te mueves con soltura y asciendes en el intrépido cielo que se ha atrevido a acogerte en su insignificante estadio. 

Bella, siempre bella, siempre divina. Cuando la fiesta termina y el sol emprende su regreso al altar -del cual sales airosa-, vuelves a tu camerino, a descansar y a repasar tu próximo papel.

Comentarios

  1. Sin duda un gran texto, porque siempre está bella, siempre está divina. Enhorabuena, y por favor nunca pares de escribir.

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