(In)gentes interiores

Os voy a contar una conversación que tuve el otro día con una chica muy maja (o así me lo pareció a mí) y con mi propio pensamiento. En esta tertulia hablamos de varias cosas, muchas de ellas sin sentido aparente. La chica en cuestión se hacía llamar como yo y se hacía pasar por mí en más de una ocasión, copiándome y hablando con mi tono de voz, con mis gestos y mis tonos irónicos. La verdad es que le dije que me parecía mal que me copiara cuando eran símbolos de mí misma y no de ella. A lo cual ella me respondió que si solo fueran características propiamente mías, no podría copiarlas y que sin embargo era capaz de hacerlo, por lo que rechazó que fueran exclusivamente mías. Un pensamiento recorrió entonces mi mente "¿amsim oy areuf ase is y?" ¡Qué buena pregunta!. Claro, -dije yo-, que si fuera así, ¿estaría loca?, ¿sería un sueño hecho de palabras físicas, de sonidos invisibles pero derretidos en el aire colindante? Quizá estoy pensando demasiado... ¿o no? "¿ritucsid anep al ecerem íuqa oy odneitucsid yotse euq ol ed adan is Y?" Quizá tenga razón yo sola. O quizá nosotros tres estemos sacando de quicio las cosas. Mi pensamiento escucha, atiende, sabe que sin razón la tengo y que hablo sin hablar porque si alguien entrara en la habitación, nada oiría salir de mi aparato fonador, nada salvo suspiros rápidos, pasos intrépidos que recorren el improvisado escenario. Quizá mi pensamiento me sonríe mientras intento descubrir la verdad acerca de algo, de mí misma o de la luz que por la noche no puedo descubrir.



- ¿Qué de todo esto será cierto?
- "adaN".
- ¿Y eso por qué? ¿Quién sabe qué hay en la verdad si puede que ni ello exista? ¿Quién puede saber nada de nada si la nada lo envuelve todo? ¿Quién? Si el todo es nada y la nada es... nada
- "sedeup radan in euq otsiv sah adan ne y sav adan al a, etsigrus adan al ed euq sárbas sonem la, sednuh et iS. adan, sedeup iS. ereum es in eviv es in adan al ed y adan se néibmat adiv aL. ebas néiuQ."
- Sombra imitadora, ¿qué opinas?
- El pensamiento de tu pensamiento me precede y a él me llevo, imito y copio (que no plagio, pues a él hago referencia y cito).

Intento hablar conmigo misma de lo que hay sabiendo que nada hay, pero es enriquecedora la riqueza de hablar con uno mismo del cual menos se conoce y al cual más debería amarse. Pero ni mi pensamiento sabe acompañar mis dudas porque él mismo es una duda y que en dudas su lenguaje me envuelve, desgarra, ata y ama. Y me que imita y acompaña la señorita, más no es una de mí misma ilusión. Que, allí, acompaña me espejo en el de mi habitación propia, sombra mi propia.


¡Vaya conversación! Empecé sabiendo lo que iba a escribir. Lo borré y ahora que vuelvo a escribirlo, ni me entero y menos sé que la primera vez. Quizá porque hablar con uno mismo y con sus (in)gentes interiores refleja la locura de hablar con cualquier externo cualquiera.


Comentarios

  1. Bello, me encanto, es un pensamiento tan profundo, tan real.

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