Pink off


Brillaba el magenta plateado del contorno. A veces acababan las figuras en una esfera piramidal y otras, en un triángulo de pedestales cilíndricos. La base del cuerpo era cónica. Se deslizaban los tintes del cortinaje de color por toda la superficie. Era una arquitectura perfecta. Lo observé desde todos los ángulos. Increíble. Incluso me tumbé en el suelo con tal de verlo realmente desde todas las perspectivas, casi buscando algún error. La gente me miraba atónita. Pero no me importaban sus comentarios. Mi único objetivo era crear un mapa subjetivo, elaborar un cuadro en mi mente de esa figura mate, de ese fucsia metálico que recorría la materia. Incluso de esas saetas fosfóricas que inundaban el fondo. Ese mar pictórico retrataba dos palabras. En la ciudad, nada había tan bonito, tan creativo. Las esquinas brillaban en rosa palo. El brillo resplandecía en un dorado celestial, no había nada que no fueran tintes de la composición del mismo espíritu de color. Me quedaba mirando ese grafiti siempre que pasaba por esa calle. Ni la prisa ni la lluvia conseguían que modificase el ritmo del paseo. Nunca supe cómo se llamaba esa calle porque para mí, siempre se llamará como las palabras que lo componen: pink off.

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