Pestañas

Como un peine
como las patas de una araña
en un cuenco de cristal
besan el aire y lo secuestran,
enlazándolo entre sus tallos,
cuyas raíces escapan del azar,
del ser.
Acarician un ambiente frío,
un espacio insólito,
un bosque desconocido
plagado de azules perlas.
Abrazan la luz
y bajo esa superficie:
la sombra, oscuridad colorada
en baños de sal. Cuando
caen se desparraman
sobre la playa coloreada.
Se cruzan por el abismo nacarado
de collares risueño
hasta el final del recuerdo.
Y con efímera suerte
rozan y humedecen
la cima rubí de tus
labios de crema,
summum del placer salado.




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