Aciago

Azules, grises y verdes se ven las líneas del viento. Acarician con su velo el eterno cristal gélido de la roca. 

El paisaje está tranquilo y su plaza, solitaria. Ausencias extrañas que llenan todo lo vivo y pesado; ausencias ajenas que lloran todo lo muerto y ligero. 

El horizonte se cubre de un trasparente telón de hiedra, reflejada entre la naturaleza del cielo. Flores como manto de lino y terciopelo. Alisan los obstáculos de las nubes y facilitan el roce de las estrellas en las sonoras olas de sus caracolas. 

El murmullo de marfil enfría los párpados, pero calienta el iris que descansa en la oscuridad de un tierno abrazo pasajero. 

El efímero valle de rocío frío se envuelve en la niebla eterna y solo deja ver siluetas blancas, como muebles tapados en una casa abandonada. 

Azules, grises y verdes se ven las líneas del viento, aciago ser de calma y silencio.




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